miércoles, 16 de marzo de 2011

BAFICI 2011: Seleccion oficial Argentina

Seleccion Oficial Argentina

"Amateur" de Nestor Frenkel

La difusión del formato Super 8, hace ya varias décadas, multiplicó a los cineastas a través de “géneros”: la película del casamiento, la de los chicos cantando y saltando, la de las vacaciones en la playa. Cine familiar, cine de recuerdos, cine amateur. Para algunos, el Super 8 fue solamente la posibilidad de obtener fotografías en movimiento. Para otros, la posibilidad de hacer cine. Ése es el caso del entrerriano Jorge Mario (a quien conociéramos en Construcción de una ciudad, la película anterior de Frenkel), odontólogo de profesión y con diversas pasiones: cineasta, cinéfilo dedicado, conductor de un programa de radio, fundador de un grupo de boy scouts, practicante de tiro, filatelista y mucho más… Hoy, a los 70, y 40 años después de Winchester Martin, su western en Super 8, Mario quiere filmar su propia remake. La película de Frenkel, con humor y gran despliegue de ideas (notablemente, los planos-western), va de lo general a lo particular, y de allí apunta a lo más entrañable del corazón del universo, para convertir a Jorge Mario en uno de los personajes memorables de este Bafici.





"La carrera del Animal" de Nicolas Grosso

La carrera del animal se propone un punto de partida arriesgado: registrar el otro lado del cierre de una fábrica, el lado familiar-empresarial, el opuesto al de los trabajadores que suele mostrar el cine, pero que también incluye sentimientos complejos y desorientadamente humanos. El cese de actividades de una fábrica produce en este caso una crisis para tres personas. El dueño de la fábrica y padre de familia, personaje que se mantiene en las sombras, marcando desde allí el destino de los otros dos personajes principales y protagonistas: Valentín, el más joven, quien lleva una vida humilde y alejada de los avatares de la empresa familiar; y Cándido, su hermano mayor, quien en apariencia parece mejor preparado para jugar el juego de poder y violencia que presumen los negocios, incluso si ello implica dañar a su propia familia. Inquietante en su manera elíptica de dar información al punto de homologar el diálogo y el silencio, con una fotografía en blanco y negro determinante, la opera prima de Nicolás Grosso centra su potencia en construir un relato en donde la narración y la forma no le temen a la experimentación, al punto de convertirlas en motores nucleares de la película.
"En el futuro" de Mauro Andrizzi

Después de una larga secuencia de besos desenfrenados, esta película deja de avanzar. Se detiene la imagen como acción y sus posibilidades de seguir siendo parte de alguna historia. Ahora imágenes e historia están escindidas, pertenecen a universos diferentes, irreconciliables. Sus encuentros y desencuentros serán sólo obra de un trabajo reconstructivo, en recorrido errante. Los personajes que habitan la pantalla hablan de distintas formas de amor y desamor; sólo tienen su presente vacío y parecen inmóviles en él. Del amor se habla en pretérito y se lo espera en futuro. Los acontecimientos sentimentales se convierten en palabras y son ellas las que permanecen, las que pueden reproducirse una y otra vez, perdiendo detalles, tratando de reencontrarse con la forma física; pero sólo pueden ser muecas zombis, sombras y fantasmas eternos que recorren un espacio fílmico que ya no existe. De eso trata En el futuro: espacios despojados, sin límites, filtrados por los colores del pasado del cine en emulación digital, los no colores y textura del registro de un tiempo verbal extinto.





"Enero" de Cynthia Grabenja

Iván es pianista, pero desde el accidente que dejó en coma a su mujer y del que se siente responsable, le resulta imposible sentarse frente a un piano. Sus recientes estados de narcolepsia lo transportan a otro mundo, más tranquilo, que lo hace olvidar de su bloqueo artístico, de un juicio que avanza lento y del letargo de su esposa. En ese tiempo que parece girar en círculos, la música es nuevamente la que podría hacerlo revivir, cuando recibe la propuesta de crear un réquiem para quien fuera su maestro, ya fallecido, Mauricio Kagel. Las sesiones con su psicólogo, sus viajes en subte, sus compras en el supermercado, toda su vida cotidiana se ve entonces alterada por la idea de lograr esa composición. Con un relato ágil, y una puesta en escena económica y que no descuida nunca los materiales de que la pueblan, Enero permite una empatía con su protagonista excluyente sin ceder al facilismo de la pena o la conmiseración. Esta opera prima de Cynthia Gabrenja y Marcelo Scoccia logra contar una historia sobre algo tan abstracto como la vida y la inspiración aferrándose a los principios básicos y concretos de la narración, alejándose de los tópicos demasiado típicos del cine independiente estándar.

"Hoy no tuve miedo" de Ivan Fund

Hoy no tuve miedo es la nueva película de Iván Fund en solitario, luego de esa exitosa y única experiencia que fue Los labios, junto a Santiago Loza. Sin embargo, decir “en solitario” choca con el espíritu de Hoy no tuve miedo, película sobre amistades, familias y vínculos, incluídos en ellos los de quienes hacen la película, en la segunda parte, donde se experimenta con ese mínimo temblor o corrimiento de la ficción que estaba, aun en un estilo muy distinto, en Vampir-Cuadecuc de Pere Portabella. El bello título de la ambiciosa y a la vez cálida película de Fund tiene que ver, seguramente, con la compañía, con ese pertenecer a un entramado de seres cercanos. A la historia de las hermanas Ara y Marian, de su amiga Belén y su perrita Lulú en la primera parte, y a la de Lilian, una mujer camino a su primera visita al psiquiatra, en la segunda, se suman un grupo de trabajadores, niños, perros, fiestas –muchas fiestas, en las que Fund encuentra algunos de los picos de su película–, campos vacíos y el equipo de filmación, en un sistema que hace converger una mirada realista a la vez que lírica. Hoy no tuve miedo se centra en ese devenir que se llama vida cotidiana. Sus personajes no sólo actúan bien: respiran, viven.

"Novias - Madrinas - 15 años" de Diego Levy / Pablo Levy

Los hermanos Levy toman una premisa sencilla pero muchas veces olvidada: retratar un mundo que conocen bien (una sedería propiedad del padre de ambos, el "Negro" Levy, ubicada en el barrio porteño de Once), y tratar de hacerlo atractivo para gente que lo conoce menos o que directamente lo desconoce. El mundo que enfocan es el de un grupo de hombres que no son soldados ni ingenieros, no son un equipo de fútbol cinco ni un conjunto de cómicos, sino que son vendedores. Vendedores de telas, para más datos; de telas de calidad para vestidos de fiesta, telas que jamás vestirán ellos mismos y que sin embargo venden como leones a legiones de novias, madrinas y cumpleañeras que peregrinan por la calle Azcuénaga en busca de un poco de glamour. La cantidad de paradojas de la descripción está vastamente multiplicada, y eso es lo que le da encanto a la película, centrada en un único espacio. Eso y sus protagonistas, los vendedores de sedería, una especie en extinción cuya tarea es más arriesgada que la de los soldados, más precisa que la de los ingenieros, más desgastante que la de los futbolistas y, sin dudas y a pesar de todo, más divertida que la de los humoristas.

"Ostende" de Laura Citarella

Gracias a un concurso radial, una chica obtiene cuatro días de vacaciones en Ostende, provincia de Buenos Aires, en un enorme hotel. No es temporada y ella llega sola al lugar. Su novio se le sumará unos días más tarde. En la playa hay sol pero demasiado viento; y un bar no muy sofisticado atendido por un mozo charlatán. En este ambiente sin obligaciones y sin grandes atractivos más allá de la cercanía de una playa ventosa y un mar no demasiado tentador, la chica empieza a prestar –tal vez excesiva, tal vez insuficiente– atención a ciertas extrañas actitudes de un hombre viejo acompañado por dos mujeres jóvenes. Llega su novio, que irrumpe como el representante del mundo exterior, ese mundo del que ella se ha ido distanciando progresivamente en un par de días, para entrar con placer –con la adrenalina de la curiosidad– en este microcosmos playero e intrigante, tal vez lleno de relatos que ella desconoce.

"Las piedras" de Roman Cardenas

En una casa en el Delta, en una calma apenas interrumpida por el motor de las lanchas, una pareja vive casi sin cruzarse. Él es un escritor en la espera de las palabras; ella es la empleada algo alienada de una fumigadora. Las crisis de la relación (con lo doméstico, con el otro, con la escritura, con el presente) parecen prolongarse en viajes personales que mezclan una interioridad introspectiva con un particular tránsito silente y algo hipnótico por el mundo. Hay un realismo contemplativo que lo contiene todo, en parte como mirada algo perpleja, pero también como forma de analizar una extraña corrupción donde lo ordinario se transforma, donde lo pedestre se refleja en las aguas ondulantes del río hasta exponer otro rostro. Pero un cambio de rumbo imprevisto en un personaje cambiará su vida y el tono de la película… Esta opera prima dirigida, escrita y protagonizada por Román Cárdenas apuesta a una narración visual con breves irrupciones de las palabras, donde en lo cotidiano pueden convivir hasta confundirse el misterio, el absurdo y la revelación.

"Sipo’hi - El lugar del manduré" de Sebastian Linglardi

En su anterior película, Las pistas - Lanhoyij - Nmitaxanaxac, Lingiardi y María Paz Bustamante (su guionista) utilizaban inteligentemente las culturas wichi y toba para construir una historia de espías e identidades falsas, dándole a ese “otro” ignorado por la cultura nacional una novedosa presencia cinematográfica. Con Sipo'hi, desnudan a su cine de las capas ficcionales, pero sólo para encontrarse con muchas otras ficciones: las narraciones propias de aquellas culturas aborígenes; una serie de leyendas que conforman el centro de la película. Buscando algo de tranquilidad, Gustavo Salvatierra vuelve a su tierra, Sipo'hi, en el Impenetrable chaqueño, con el objetivo de escuchar y recolectar esa historias, transmitidas oralmente de generación en generación desde hace años. Frente a ellas el protagonista –y con él los espectadores– descubrirá una manera sorprendente de sentir y ver la vida y la naturaleza, desde una mirada que tiene tanto de cercana como de ajena.

"Un mundo misterioso" de Rodrigo Moreno

La primera secuencia del segundo largo en solitario de Rodrigo Moreno quizás sea una de las separaciones más hermosas (no para Boris, abandonado, cuya deriva será el eje de Un mundo misterioso) del cine de estos últimos años. Quizás parezca excesivo, pero ella irradia una belleza que se expande al film todo por ser visceral, instintivo, lacerante, algo capturado casi de esos rincones donde el diablo –de lo cotidiano, de lo cinematográfico que no reniega, sino que amplifica, los ecos universales del momento- mete la cola. Aunque parece inspirarse en el Eustache de La mamá y la puta, Moreno exhala algo nuevo para el cine argentino: una película libre, absolutamente entregada a sí misma, a su voluntad de moverse dondequiera que Boris vaya –como si fuera el reverso complementario del de El custodio, la anterior del director– , a su capacidad de reírse, de extrañar, de disfrutar y crear de una manera a través de momentos, como la fiesta, el auto, el viaje, el encuentro, el gusto por la soda, el chiste con los nombres, el uso del disco. Un mundo misterioso muestra que el cine, a diferencia nuestra, sabe qué hacer con el mundo, con los corazones rotos, con, precisamente, ese mundo misterioso donde estamos.



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